Fecha:
31/01/2017
ÁLVARO TORRENTE (COORDINADOR);
Historia de la música en España e Hispanoamérica, vol. 3. La música en el siglo XVII.
Fondo de Cultura Económica. Madrid 12016). 786 pág.
Coordinado por Álvaro Torrente, profesor del Departamento de Musicología de la Universidad Complutense, acaba de aparecer el tercer volumen, dedicado al siglo XVII, de la Historia de la música en España e Hispanoamérica, que edita el Fondo de Cultura Económica. "El histórica y culturalmente emblemático siglo XVII suena de otra manera después de la lectura de este admirable libro", escribe sobre él Juan Ángel Vela del Campo, coordinador general del impresionante proyecto editorial del que forma parte. Ya sabemos que la contraportada, donde aparece el juicio, tiene, por lo general, una dimensión a caballo entre lo meramente informativa y lo abiertamente publicitario. Ahora bien, en este caso la afirmación es rigurosamente cierta. El único esfuerzo de síntesis que hasta ahora existía sobre la música española del Seiscientos era el debido a José López-Calo, formando parte de Ia Historia de la música española que publicara Alianza Editorial (1983). Un trabajo, indudablemente meritorio e importante en su tiempo, pero que reflejaba los desequilibrios y carencias –sobre todo estas últimas– que por entonces aquejaban a la investigación musicológica en España. En el tercio de siglo transcurrido se han institucionalizado los estudios de Musicología en diversas universidades españolas, afrontándose la investigación de forma mucho más rigurosa, intensa y planificada. Y este libro se convierte en privilegiado escaparate que exhibe los fecundos frutos cosechados.
Es esta la primera característica de esta obra: se trata de una excelente y amplia síntesis basada en las más recientes investigaciones de base. En segundo lugar, nunca se pierde de vista el contexto sociopolítico, sin el que esta manifestación cultural, una más en la polifacética creación humana, carecería de sentido. Hay que destacar, por otra parte, el esfuerzo de los autores por alcanzar un compromiso entre la erudición y la divulgación, aunque en algún momento, inevitablemente, la necesidad de ciertos conocimientos técnicos en el elector resulte insoslayable. La vocación de exhaustividad, por último, se traduce en la organización del volumen en ocho grandes bloques temáticos cuyo desarrollo particular suele seguir los criterios cronológicos inherentes a todo estudio histórico, precedidos por una interesante introducción-panorámica general cuyo título, Música de plata en un siglo de oro, es por sí mismo todo un compendio, a cargo del propio Álvaro Torrente, quien, además, asume la redacción de tres capítulos, en los que es indiscutible especialista: los relativos a la música teatral y operística –esa temprana, reiterada y finalmente frustrada experiencia en que se vieron involucrados Lope de Vega de refilón y, más a fondo, Calderón de la Barca –, la música en los ámbitos privados y el desarrollo del villancico religioso, antigua, peculiar y constante presencia de la lengua vernácula en los templos hispanos.
Pablo L. Rodríguez, profesor de la Universidad de La Rioja, se encarga de la otra cara, la más tridentina y oficialista, de la música eclesiástica, la cantada en latín y la música organística. Luis Robledo Estaire, profesor del Conservatorio Superior de Música de Madrid, presenta el panorama de la teoría y el pensamiento musical. El profesor chileno Alejandro Vera Aguilera, por su parte, desarrolla la música para guitarra –capítulo muy relacionado con uno de los anteriores– y una excelente panorámica de la música en Hispanoamérica. Y finalmente, José María Domínguez, otro profesor de la Universidad de La Rioja, apunta las tendencia renovadoras y modernizadoras que, impulsadas por ciertos cortesanos melómanos que habían sido virreyes en los territorios italianos y por la joven reina Mariana de Neoburgo, se observan en el reinado del desgraciado Carlos II. Un camino que la guerra con que se inicia el siglo siguiente truncaría y encauzaría por distintos derroteros. Estamos ante un libro que, en definitiva, se erige en hito señero en la historiografía musical y, por lo tanto, resulta absolutamente imprescindible tanto para el especialista como para el melómano de a pie.
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