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{Reseña} Amparo Dávila: Cuentos reunidos (FCE)

Fecha:
07/11/2018
Seguramente a pocos lectores no mexicanos les dirá algo el nombre de la escritora Amparo Dávila, de modo que esta acertada edición de sus Cuentos reunidos publicada por el Fondo de Cultura Económica es una oportunidad única para los lectores de lengua española de acercarnos a la narrativa de esta autora secreta y fascinante, una de las figuras cimeras en la revitalización del relato fantástico literario en México.
Nacida en Zacatecas el mismo año que Carlos Fuentes, comenzó su carrera de escritora como poeta (por cierto, faceta también recuperada por FCE en Poesía reunida) para dedicarse posteriormente al cuento fantástico en una época en que este género se encontraba en los aledaños de la marginalidad y todavía no había adquirido por la crítica el status de alta literatura. Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1961), Árboles petrificados (1977) y Con los ojos abiertos (2008) —este con los inéditos de sus últimos años— son los títulos de los volúmenes cuentísticos de Dávila incluidos en Cuentos reunidos. En total son 37 magníficos textos que muestran una asombrosa unidad y coherencia estilística a lo largo de este casi medio siglo (aunque con algunas diferencias temáticas y técnicas particulares de cada título, como es natural). Aun cuando hay alguna narración de estirpe realista (pero no menos angustiante), la mayor parte de los relatos podrían calificarse como fantásticos y de horror.
Ya desde el primer cuento no sumergimos en un mundo extraño, desquiciado y asfixiante: la continua aparición de presencias monstruosas, fantasmales y amenazadoras; la irrupción súbita de algo inexplicable en la tranquila rutina cotidiana; los terrores familiares y sentimentales que sufren los personajes; el horror, la soledad y la muerte de las viejas casonas, los noviazgos frustrados, terrores oníricos… A partir de pequeños detalles siniestros administrados en un crecendo magistral, Dávila es capaz de crear unos infiernos psicológicos insoportables para los protagonistas —mayoritariamente femeninos— que los llevan a la locura o la muerte final. Además, una prosa clara, sencilla y exacta contribuye a que nos metamos en la historia desde la primera frase.
La crítica ha señalado en los cuentos de Amparo Dávila la influencia de autores como Poe, Kafka, Arreola y Cortázar. Yo añadiría también algunas escritoras como Daphne du Maurier o Silvina Ocampo. (A propósito de esto, y generalizando mucho, yo percibo en la literatura gótica escrita por mujeres una mayor complejidad psicológica y una crueldad más refinada y retorcida; de esto hay bastantes ejemplos magistrales en estos Cuentos reunidos).
Termino señalando que Cuentos reunidos de Amparo Dávila es un libro imprescindible para entender la gran literatura fantástica en español. Y además, les aseguro que les proporcionará unas horas de auténtico y escalofriante disfrute. Totalmente recomendable.

Puntuación: 5 (de 5)
Fondo de Cultura Económica (2009)
Colección: Letras mexicanas
298 págs.

 «Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje.
Llevábamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz. Representaba para mi marido algo así como un mueble, que se acostumbra uno a ver en determinado sitio, pero que no causa la menor impresión. Vivíamos en un pueblo pequeño, incomunicado y distante de la ciudad. Un pueblo casi muerto o a punto de desaparecer.
No pude reprimir un grito de horror, cuando lo vi por primera vez. Era lúgubre, siniestro. Con grandes ojos amarillentos, casi redondos y sin parpadeo, que parecían penetrar a través de las cosas y de las personas.
Mi vida desdichada se convirtió en un infierno. La misma noche de su llegada supliqué a mi marido que no me condenara a la tortura de su compañía. No podía resistirlo; me inspiraba desconfianza y horror. “Es completamente inofensivo” —dijo mi marido mirándome con marcada indiferencia. “Te acostumbrarás a su compañía y, si no lo consigues…“ No hubo manera de convencerlo de que se lo llevara. Se quedó en nuestra casa.
No fui la única en sufrir con su presencia. Todos los de la casa —mis niños, la mujer que me ayudaba en los quehaceres, su hijito— sentíamos pavor de él. Sólo mi marido gozaba teniéndolo allí.
Desde el primer día mi marido le asignó el cuarto de la esquina. Era ésta una pieza grande, pero húmeda y oscura. Por esos inconvenientes yo nunca la ocupaba. Sin embargo él pareció sentirse contento con la habitación. Como era bastante oscura, se acomodaba a sus necesidades. Dormía hasta el oscurecer y nunca supe a qué hora se acostaba.
Perdí la poca paz de que gozaba en la casona. Durante el día, todo marchaba con aparente normalidad. Yo me levantaba siempre muy temprano, vestía a los niños que ya estaban despiertos, les daba el desayuno y los entretenía mientras Guadalupe arreglaba la casa y salía a comprar el mandado.
La casa era muy grande, con un jardín en el centro y los cuartos distribuidos a su alrededor. Entre las piezas y el jardín había corredores que protegían las habitaciones del rigor de las lluvias y del viento que eran frecuentes. Tener arreglada una casa tan grande y cuidado el jardín, mi diaria ocupación de la mañana, era tarea dura. Pero yo amaba mi jardín. Los corredores estaban cubiertos por enredaderas que floreaban casi todo el año. Recuerdo cuánto me gustaba, por las tardes, sentarme en uno de aquellos corredores a coser la ropa de los niños, entre el perfume de las madreselvas y de las bugambilias.
En el jardín cultivaba crisantemos, pensamientos, violetas de los Alpes, begonias y heliotropos. Mientras yo regaba las plantas, los niños se entretenían buscando gusanos entre las hojas. A veces pasaban horas, callados y muy atentos, tratando de coger las gotas de agua que se escapaban de la vieja manguera. Yo no podía dejar de mirar, de vez en cuando, hacia el cuarto de la esquina. Aunque pasaba todo el día durmiendo no podía confiarme. Hubo muchas veces que cuando estaba preparando la comida veía de pronto su sombra proyectándose sobre la estufa de leña. Lo sentía detrás de mí… yo arrojaba al suelo tenía en las manos y salía de la cocina corriendo y gritando como una loca. Él volvía nuevamente a su cuarto, como si nada hubiera pasado
Creo que ignoraba por completo a Guadalupe, nunca se acercaba a ella ni la perseguía. No así a los niños y a mí. A ellos los odiaba y a mí me acechaba siempre.
Cuando salía de su cuarto comenzaba la más terrible pesadilla que alguien pueda vivir. Se situaba siempre en un pequeño cenador, enfrente de la puerta de mi cuarto. Yo no salía más. Algunas veces, pensando que aún dormía, yo iba hacia la cocina por la merienda de los niños, de pronto lo descubría en algún oscuro rincón del corredor, bajo las enredaderas. “¡Allí está ya, Guadalupe!”; gritaba desesperada»» (de “El huésped”, perteneciente a “Tiempo destrozado”)

En este libro Amparo Dávila, galardonada con el Premio Xavier Villaurrutia en 1977, suma a su enigmática y abundante narrativa Con los ojos abiertos, cuento inédito, con el que reafirma ese rigor en la prosa y el cuidado de la forma, atributos inseparables de su singular literatura. Casi de la mano de sus personajes, los lectores realizarán un viaje único, especial, inolvidable, gracias a la prodigiosa memoria de una de las escritoras más peculiares.
El estilo cuentístico de Amparo Dávila fluye con sencillez y detenimiento, abarcando una amplia gama de emociones humanas. Sus personajes se enfrentan al miedo, la soledad, la muerte y la locura, productos de una presencia indefinida e inquietante. La exploración de trastornos mentales y emocionales en la obra narrativa de esta autora zacatecana, así como la compleja estructuración de sus personajes, ha contribuido a que su producción literaria se reconozca como una de las más ricas y enigmáticas de la narrativa mexicana. La construcción de sus personajes es un estudio de la psique humana en circunstancias que a primera vista podrían parecer rutinarias e insignificantes, pero que, con una visión analítica e introspectiva como la de Amparo Dávila, se convierten en viajes hacia un mundo diferente, engendrado por la imaginación. Esta edición reúne la producción cuentística de esta importante autora.  (Sinopsis de la editorial)

Amparo Dávila (Zacatecas, México, 1928). Es poeta y narradora. Hizo sus estudios en San Luis Potosí. Fue secretaria de Alfonso Reyes de 1956 a 1958. Ha colaborado en las principales revistas y periódicos de México. Fue becaria del Centro Mexicano de Escritores entre 1966 y 1967. Su obra ha sido incluida en varias antologías y traducida a diversos idiomas. Fondo de Cultura Económica ha editado Cuentos reunidos (2009) y Poesía reunida (2011).
(Nota: Ilustración de Santiago Caruso para una edición ilustrada de cuentos de Dávila)

Fuente:
https://librosdecibola.wordpress.com/2018/11/07/resena-amparo-davila-cuentos-reunidos-fce/

Acerca del autor:
José Luis Rodríguez
Libros de Cíbola

Acerca del libro:
Cuentos reunidos
Amparo Dávila