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Prisionero del destino

Fecha:
04/12/2018
Linda 67, historia de un crimen, publicada en 1996 y reeditada por FCE, es la primera novela policíaca del Premio Cervantes mexicano Fernando del Paso, que tiene el ingenio y la analepsis como sus características más destacadas, así como una munificiencia con el lector sin bataholas. Para el escritor mexicano la metáfora de la vida, siempre debe cuestionar lo que el mundo quiere hacernos creer y reflejar todo aquello que permanece en la sombra, ya sea en nuestra sombra o en la de la sociedad.

En la urbe norteamericana de San Francisco, en los años noventa de la centuria pasada, se halla el protagonista David Sorensen, asesino de su esposa, que busca con este crimen cobrar un cuantioso rescate y así poder escaparse con su amante y azafata mexicana Olivia, como bien sabe el lector al inicio de la novela, puesto que la comienza in media res cuando David acaba de terminar con la vida de Linda. David Sorensen es un rubio mexicano hijo de diplomático, que lleva un alto tren de vida a pesar de no tener recursos económicos para ello; Linda, su mujer, es una norteamericana millonaria, que encuentra incompatibilidades maritales con David y decide extinguir sin consenso la relación conyugal. Sorensen parece pertenecer a la clase alta y se codea con ella, aunque nunca fue así; y parece tener dinero, aunque nunca fue así.

El autor de José Trigo (1966), un libro que refleja su obsesión por el lenguaje, la influencia de Ulises y que en un inicio era únicamente un cuento, y de Palinuro de México (1977), una recreación literaria de su vida, influenciada por La tumba sin sosiego, de Connolly, ha recibido numerosos galardones literarios como el Cervantes, Rómulo Gallegos, Alfonso Reyes, FIL de Literatura y Xavier Villaurrutia, entre otros, y ha reconocido que se dejó seducir por la literatura policiaca a partir de la lectura de los libros de la colección «El séptimo círculo», que fundaron Borges y Bioy Casares.

Dos partes
Del Paso divide esta novela en dos partes: la primera, anterior al asesinato y la segunda nos cuenta lo acontecido después del asesinato y la investigación policial consecuente. La configuración de David Sorensen se va produciendo por medio de numerosos momentos oníricos, que desvelan tanto sus anhelos presentes como sus problemas de identidad pasados. Persecución y angustia, las pesadillas de la conciencia, los desasosiegos del alma, la ingratitud del rey Lear, la maldad de Lady Macbeth, aunque sin los celos de Otelo ni las dudas del príncipe Hamlet. Una persona normal en una situación excepcional descrita por medio de un imaginario de pulsiones oníricas, en el que la sombra del pasado se muestra como una carga y en donde Del Paso desenvuelve su talento poético con matices surrealistas.

En Del Paso, el foco no está en el detective o en la investigación, sino en el asesino, la violencia es una depravación que no entiende de clases sociales. Como el novelista Jim Thompson (1906-1977), no se fija en los detectives sino en los criminales y desarrolla la ficción desde su interior; lo que le permite el uso interrumpido de la primera persona en una historia sin grandes estridencias donde predomina el narrador omnisciente, que recobra la memoria del tiempo en pareja de David para que el lector se percate de la precariedad de su engañoso sedimento. El núcleo del amor se transforma en un campo de batalla, la casa que protege abre sus puertas a la tragedia y el respeto común se vuelve traición fatal. El dinero le ha acompañado siempre a Sorensen y es el dinero el que le impele al craso error.

El novelista español Miguel Delibes aseveró que «crear tipos vivos, he ahí el principal deber del novelista. Unos personajes que vivan de verdad pueden hacer verosímil un absurdo argumento, relegar, hasta diluir su importancia, la arquitectura novelesca y hacer del estilo un vehículo expositivo cuya existencia apenas se perciba». Del Paso crea un tipo vivo en David Sorensen gracias a una dotada prosa, que conjuga la vivacidad del significante con la sutileza del significado, espolea nuestra inteligencia emocional y nos permite disfruta del sabor de las metáforas. Estamos antes una buena novela como puerta de entrada a la narrativa del escritor mexicano, recientemente fallecido. 


Los sonetos de El rayo que no cesa de Miguel Hernández despertaron la vocación escritora del laureado autor mexicano, a pesar de la oposición incial de su padre, que quería que su hijo se dedicara a tareas más lucrativas. Después vinieron las lecturas de Gabriel Miró, Machado, Juan Goytisolo, Cela, Ramón Gómez de loa Serna y tantos otros, que se hallaban a su disposición en la biblioteca de su tío paterno, donde disfrutó y descubrió el Quijote ilustrado por Gustavo Doré, hasta el punto de afirmar que «los autores españoles no me han influido, los llevo en la sangre». Fue Arreola quien propició el debut editorial de Del Paso al impulsar la publicación de su poemario Sonetos del amor y de lo diario (1958), su primer libro.


Párrafos marcados
«Cuando se despertó, a él mismo le sorprendió el intenso olor a tabaco. Nunca antes la sala había olido a otra cosa que no fuera una mezcla de desodorante con aroma artificial de pino y el perfume Jaïpur de Linda. Una mezcla que cada día se volvió para David más repugnante hasta resultarle intolerable.»
«La pobrecita. La policía. El golpe. El golpe en la roca. Dinero. Necesita dinero. ¿Alguien dijo Selena? ¿Alguien dijo si a Selena no la hubieran matado? La puerta. La puerta del coche se abrió. Millones. Quince millones. Alguien dijo, sí, Cohen o Rodríguez, o Trattford: si Selena estuviera viva, ése sería el nombre ideal de los cosméticos: Selena. Salió despedida. Selena, Selena. Necesito dinero. Todo se confundía en su pensamiento porque quería, y le era imposible, pensar en dos, tres cosas distintas a la vez: ¿cómo cae el cuerpo de una persona inconsciente?»

Fuente:
http://xn--campaadelectura-2qb.com/revistaRocinante/ediciones/rocinante_122/index.html#14

Acerca del autor:
Carlos Ferrer
Revista Rocinante

Acerca del libro:
Linda 67
Fernando del Paso