Fecha:
13/12/2022
Lleva escribiendo desde los ocho años. Quizá por eso José Manuel Fajardo (Granada, 65 años) ha llegado siempre demasiado pronto a casi todo. Escribía novelas históricas como Carta del fin del mundo (1996) antes de que el género viviera el bum de los últimos años. Con Una belleza convulsa (2001), sobre el secuestro de un periodista a manos de ETA, se adelantó 15 años al fenómeno que supuso Patria, de Fernando Aramburu. “Así me va”, bromea el escritor, que ha publicado una novela breve en la que une dos ciudades y dos tiempos distintos a travésde la fina línea del odio. El libro, editado por el Fondo de Cultura Económica, se llama precisamente así: Odio.
Pregunta. Llevaba 10 años sin publicar. ¿Pero cuánto tiempo llevaba sin escribir?
Respuesta. He estado cinco años sin escribir ficción. Tuve un frenazo, porque, con mi anterior novela, Mi nombre es Jamaica, de 2010, cerré un ciclo que había durado 20 años, y me encontré en busca de un territorio nuevo.
P. Da la sensación de que Odio está escrito de un tirón, igual que se lee. ¿Cómo fue el proceso?
R. La novela está escrita muy despacio, me costó mucho dar con la estructura. Hay una parte que transcurre en el Londres de finales del siglo XIX, pero yo no quería escribir una novela más sobre el Londres victoriano. Me rompí mucho la cabeza hasta que me di cuenta de que la intención fundamental era escribir sobre el odio en épocas distintas. He querido enfrentar como en un juego de espejos la época del Londres victoriano y el París del presente, para relatar cómo nuestro lado oscuro se manifiesta a lo largo del tiempo.
P. Ninguno de los dos protagonistas es especialmente desgraciado, ¿por qué los ha escogido?
R. Porque el mal social se nutre de la gente corriente. Cuando una sociedad se desquicia, no lo hace por los desesperados. Esto sucede cuando las personas se psicopatizan, cuando empiezan a sentirse frustradas y a considerar que la violencia está legitimada como herramienta. Entonces esas personas normales, que no han sido víctimas de grandes afrentas, empiezan a odiar a quienes son más débiles que ellos. Cuando encuentran esa espita para dar salida a su odio es cuando una sociedad se desmorona.
P. ¿Es la soledad un germen del odio?
R. El odio es muchas veces heredado. En la novela los padres de los protagonistas son dos misóginos y estos también lo son. En gran medida, de lo que hablo es del odio al otro, al que no tiene tu color de piel, al que no tiene tu religión, o tu estatus social, es decir, al distinto. Y el primer otro que todos encontramos es el otro sexo. La primera otredad. La misoginia es la primera escuela del odio al otro. Después ya puede convertirse uno en racista, xenófobo...
P. ¿Se ha dado cuenta de que dedica muchas más palabras en el libro a describir la fealdad y la miseria que la belleza?
R. En este libro es inevitable porque estoy hablando de la fealdad humana. En estos lugares de la novela, esa fealdad que rodea a los personajes es el reflejo de lo que está creciendo dentro de ellos. Al igual que la belleza puede ser sanadora, si vives rodeado de fealdad, si comes en unos platos de plástico y vives rodeado de mugre, si todo a tu alrededor es tosco, eso te hace enfermar, hace que te vuelvas miserable.
P. Vivió 10 años en París y ahora lleva 12 en Lisboa. ¿Cómo ve España cuando vuelve?
R. Encuentro un país que me fascina y del que no me sé desentender. Yo creo que para mi salud espiritual y mental es bueno que viva fuera de España. Si viviera inmerso en la sopa nacional, acabaría de los nervios y no tengo ganas. Me da pena, porque yo luché de joven por la democracia. Es una tristeza ver cómo ahora vuelven los discursos franquistas después de habernos librado de toda esa pobreza de espíritu. Esa dictadura era, además de terrible, mediocre, gris, sucia, con una moral infame. Me vuelve loco pensar que todo esto pueda volver.
Fuente: https://elpais.com/cultura/2022-12-13/jose-manuel-fajardo-el-mal-social-se-nutre-de-la-gente-corriente.html