Fecha:
07/08/2023
RUIZ IBÁÑEZ, J. J. (2022). Hispanofilia. Los tiempos de la hegemonía española. Madrid: Fondo de Cultura Económica. ISBN: 978-84-375-0825-2.
Hispanofilia. Los tiempos de la hegemonía española es un elaborado, novedoso y necesario trabajo sobre cómo y por qué la Monarquía Hispánica logró su momento de mayor proyección. Una obra madura ya que las propuestas de su autor son fruto de haber recorrido un camino investigador y metodológico muy largo, que en lo inmediato le ha ocupado más de tres lustros y que en el tiempo largo conecta con obras suyas de hace más de un cuarto de siglo. José Javier Ruiz Ibáñez trata de explicar en toda su magnitud y con los instrumentos de un historiador empírico y no sólo teórico, el porqué de ese momento de oportunidades políticas para el rey de España y su Monarquía. La respuesta de Hispanofilia es que esto fue posible gracias a que muchas personas apostaron por aliarse con el rey de España para lograr sus propios fines.
Querer desentrañar ese complejo entramado de afinidades ha llevado al autor a apostar por construir una historia política, económica y social de una Monarquía que interactuaba con el resto del mundo, colocándola en el centro de su análisis como objeto y como sujeto histórico, con su propia existencia, sentido y evolución. Para hacerlo, ha incorporado a su discurso las más recientes investigaciones sobre los mundos ibéricos, además de integrar sendas bibliografías sobre Japón, Grecia, Francia, Italia, Irlanda Ceilán, Inglaterra, Países Bajos, el centro de México, el sur de Chile o el norte de África. Ha podido así contextualizar su análisis para ofrecer-nos la verificación de que los aliados del rey católico tuvieron un protagonismo decisivo en la hegemonía hispana, algo que sólo era posible constatar si abarcaba en su estudio a gran parte de lo que fue el mundo tal y como se relacionó con el imperio español. Desde esta atalaya analítica el autor ha revisado el concepto de «repudio» a la Monarquía Hispánica o la imagen de la «tiranía española» que tuvo un origen tan plural como múltiples eran los poderes y grupos políticos que se vieron frustrados por el éxito ibérico en el siglo XVI.
En el libro se contesta con evidencias a las teorías desarrolladas por las historiografías nacionalistas de origen decimonónico, según las cuales los agentes españoles corrompieron y generaron desorden en el seno de supuestas comunidades armónicas. Esas teorías han sido y son el eje explicativo de las historias justificativas de los estados-nación que, basándose en los argumentos propagandísticos de los protagonistas de una sola parte de los conflictos, interpretaron las intervenciones de la Monarquía Hispánica como agresiones exteriores y como taimados intentos de disolver un supuesto espíritu nacional. En esos relatos oficializados los aliados internos del rey de España se convirtieron en invisibles. La tarea que asume el autor de Hispanofilia con el peso de los hechos comprobados y contrastados es visibilizarlos.
José Javier Ruiz Ibáñez, centrado en indagar acerca de los procesos de aproximación surgidos entre la Monarquía y los «otros» —los impensables aliados— repara en que esas afinidades coincidieron en el tiempo con la debilidad de sus vecinos, lo que acrecentó aún más la imagen del poder hispano. Eso y la adhesión militante al catolicismo reforzaron la imagen universalista de poder que emanaba de la Monarquía Hispánica. La solidaridad religiosa, la identificación cultural o el simple deseo de supervivencia forjaron alianzas que parecían imposibles pero que existieron. Desde la intervención en Francia a favor de la Liga Católica, pasando por la de Irlanda en apoyo de los católicos de la isla o los acuerdos con los reyes instalados en el norte de África, el protectorado ejercido en Ceilán y las negociaciones en América con los chichimecas. Pero no se trata sólo de hacer un recuento erudito del peso y del significado de los diversos aliados del rey católico, lo que ya de por sí es muy útil porque no estaba sintetizado en una sola obra. Lo que el autor hace es investigar los casos para comprender el sentido estructural de la política de expansión hispana, localizando sus centros de decisión e identificando a los agentes que se situaban en señoríos no dominados por el soberano español, con el fin de detectar tanto amenazas como oportunidades. Ese planteamiento le permite reconocer elementos y dinámicas parecidas en todos los territorios que estudia y en los que la Monarquía intervino. Una pauta reiterada que también jugó un papel importante en el devenir de las sociedades locales. Si hay algo que emerge de las páginas de este libro es que supuestos que se consideraban exclusivos de la Monarquía Hispánica como la intolerancia, el afán de control, la violencia o la manipulación, tuvieron muy poco de privativos y se desarrollaron con entusiasmo parecido, aunque en sentido contrario, en los territorios que se consideran escaparates exclusivos de la modernidad septentrional. En Hispanofilia se demuestra que la reclamación del derecho de resistencia y de la libertad de conciencia o de la legitimidad popular fueron argumentos exhibidos por los aliados del rey católico.
Los contenidos del libro se organizan en seis capítulos en los que la cronología y la temática se aúnan para ordenar la ingente información obtenida. Se analizan los modos y medios de percepción de la Monarquía desde el exterior, se abordan las tensiones vividas por sus vecinos además del desarrollo y los recursos implicados en las intervenciones en esos territorios; se estudian los exilios y los exiliados que encontraron refugio a la sombra del rey católico y finalmente se examinan los discursos producidos por sus partidarios para conseguir atraer la ayuda hispana. Desde esa multiplicidad de ángulos distintos y complementarios, la imagen que Ruiz Ibáñez ofrece de la Monarquía resulta compleja y totalizante. Los mapas elaborados ex novo por el autor para visibilizar esas realidades son un recurso pedagógico especialmente llamativo. De todos ellos el n.º 6 (p.138, vol. II) en el que se visibilizan las propuestas de incorporación a la Monarquía Hispánica de diversos territorios o el n.º 7 (p. 274, vol. II) en el que se resumen las oportunidades de implantar su hegemonía en Asia, resultan especialmente gráficos y elocuentes.
El autor también plantea una cronología de la hegemonía que no pretende ofrecer un modelo rígido para todas las temporalidades que en el libro se abordan. Más bien identifica los principales elementos de evolución y un marco global sobre el que estos se fundieron, se interrelacionaron o mutaron. La diversidad de tiempos que se manejan en la obra, ya sean los personales, los institucionales o los relacionales, permiten comprender que en el «tiempo de España» interaccionaron todos ellos y es preciso tenerlos en cuenta para construir un marco de análisis que los integre en su singularidad y en su combinación. Es lo que el autor define como el «nudo temporal» que considera básico para comprender la hegemonía. De este modo la horquilla establecida entre 1480-1530/1540 queda calificada como un periodo de expansión y conquista sustentado de manera voluntarista por iniciativa de particulares, mientras que para el final del reinado de Carlos V y el principio del de Felipe II detecta la pretensión de cambiar el procedimiento de intervención y frente al desorden de los años de constitución de la Monarquía, plantea que durante la segunda mitad del siglo XVI este proceso de adhesión se llevó a cabo con un gobierno mucho más presente e identificable. Lo que al final resulta evidente en la obra es que entre 1570 y 1610, desde múltiples ámbitos y en cuatro continentes, gobiernos locales o rebeldes llamaron al rey de España, —título que por lo general es el que se usaba fuera de la Monarquía—, para que interviniera en sus territorios.
Otro aporte sustancial de la obra es dar visibilidad a los sujetos que hicieron posible la hegemonía. La Monarquía contó para su maduración con una élite dirigente que exhibía una convicción providencial de sus acciones. Personas concretas que pusieron en valor su experiencia acumulada, su capacidad de identificar las ocasiones propicias para desencadenar alianzas —siendo capaces de movilizar recursos reales, pero también supuestos—, que les otorgaron crédito político y económico para desarrollar sus acciones. Élites, pero no sólo élites. Porque en los procesos de hispanofilia tuvieron gran protagonismo las gentes comunes que además no procedían sólo de la Península Ibérica sino de los múltiples lugares que son tratados en la obra. En este sentido el lector detecta una clara apuesta por analizar los sujetos históricos en la práctica política y personal de las personas ordinarias. De este modo encontramos micro biografías muy útiles para la comprensión de la hispanofilia que problematizadas en su contexto y apoyadas en fuentes documentales —en especial memoriales enviados al consejo de Estado— permiten escuchar una polifonía de voces diversas que fueron las que en realidad construyeron la Monarquía, la sostuvieron e hicieron de ella lo que fue. Desde soldados griegos a marineros otomanos; desde el hijo de un rey africano que se formaba y divertía en una universidad portuguesa, hasta soldados albaneses o raguseos que siendo vasallos del Turco pusieron sus barcos al servicio de Felipe II; de capitanes de caballos o de simples arcabuceros, clérigos y viudas que reclamaban un lugar en el universo hispano exponiendo en los memoriales lo que les interesaba recordar. Unos documentos que, sometidos a crítica como cualquier otra fuente, ubican hechos, recuerdan alianzas y marcan secuencias de acontecimientos para poder apreciar «la sombra, la profundidad, la operatividad o la disimulación que encerraba la hispanofilia al explicitarse». Porque la externalización de los espacios de la monarquía hispana externalizó también, en parte, la toma de decisiones y los protagonistas de su política. En definitiva, una enorme base de personas de todos los ámbitos sociales que generaron discursos y que ocuparon instituciones hasta generar la dinámica imperial que mantuvo en pie a la Monarquía para permitir que fuera percibida como un poder dominante y global entre sus integrantes, sus vecinos y sus enemigos. Razones objetivas y subjetivas se aunaron para hacerlo. Entre las objetivas no es una cuestión menor los proclamados monopolios comerciales que le otorgaron una posición destacada como intermediaria entre espacios que incluían la mayor parte del espacio europeo, los grandes poderes asiáticos e inmensas zonas de África y América, aunque difícilmente podían llegar a controlar «de facto». Convenciones que facultaban para percibirla como una unidad de poder que otorgaba una cierta naturalización a todos los que transitaban las «vías ibéricas». Es en ese contexto en el que se alimentó la percepción subjetiva de que la Monarquía era capaz no sólo de imponer su liderazgo en una región determinada, sino que tenía la hipotética posibilidad de hacerlo en todo el mundo conocido. No obstante, desbordada más allá de sus dominios patrimoniales, el monarca católico no tuvo fácil mantener los dominios efectivos y las zonas de influencia porque en realidad carecía de la fuerza suficiente para imponerse, tanto a los rivales individuales como a las acciones agresivas que semejante poder real e imaginado provocó entre sus vecinos y ese fue el principio del fin de la hegemonía.
En definitiva, Hispanofilia es un libro complejo en el que el autor ha asumido con valentía la dificultad que ofrece una mirada conjunta de las dimensiones descritas. En varias partes de la obra se alude a la inseguridad que produce tener la certeza de la enorme complejidad que supuso la intervención ibérica en cada uno de los territorios en los que lo hizo. También el hecho de que la investigación sobre un solo caso de hispanofilia implique un enorme esfuerzo que debería tener su traducción en monografías que todavía no existen. Por eso es también un libro pionero que no supone con sus casi mil páginas, la culminación de una propuesta. Es más bien el principio de un nuevo camino de largo recorrido para el autor y para toda una generación de jóvenes y futuros historiadores.
Carmen Sanz Ayán
Real Academia de la Historia
Universidad Complutense de Madrid.
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Fuente: https://revistas.usal.es/uno/index.php/Studia_Historica/article/view/31361/29211