Fecha:
01/02/2016
Durante el 2015 volvemos a comprobar que las mujeres trascienden, a pesar de los lamentables prejuicios a causa del género que permanecen en el siglo XXI.

Uno de los poemarios sobresalientes, Haz lo que te digo (Bartleby), de Miriam Reyes, me ha emocionado desde su frescura metafórica y su lenguaje profundo y cotidiano, un acercamiento al amor contra tópicos. Otro ha sido el de Martha Asunción Alonso, Wendy (Pre-Textos), por su acercamiento a la naturaleza desde la reflexión sobre el rol femenino generacional y su poética familiar, su expresión sonora y selecta. Chantall Maillard, En un principio era el hambre (Fondo de Cultura Económica de España) ahonda en la violencia y el dolor del día a día, su poética social, desde su mirada filosófica quebrada que la hace única.

En el terreno de la no ficción, destaca Cristina Morano con sus Hazañas de los malos tiempos (NewCastle), quien con su escritura descarnada esboza su autorretrato cambiante en el tiempo, su humor punzante y social, su ternura no buscada. María Rodés en su Duermervela (Alpha Decay) nos enamora con sus dibujos de niña contrapuestos a sus sueños que desvelan inquietudes, temores, deseos y amores en esa lógica o poética surrealista que todos experimentamos.

Me ha impactado la narración de Sara Mesa en su novela Cicatriz (Anagrama). La historia se consolida en los alternantes tiempos en los que es presentada, cercana y directa, con detalles que pesan. Los cuentos reeditados Criaturas abisales (Los libros del lince) de Marina Perezagua, juegan con la identidad que se expande en lo animal; en su novela Yoro (Los libros del lince) arriesga en una historia desconcertante y vital. También me ha apasionado Farándula (Anagrama), de Marta Sanz: con una escritura ágil no te deja parar de leer, te despierta con ironía a ese mundo tan vivo que nos cuenta, provoca medias sonrisas.

Acerca del autor:
Violeta Nicolás
El Ciervo

Acerca del libro:
En un principio era el hambre
Chantal Maillard