Fecha:
11/08/2009
Honor de los vencidos. Antología (1972-2006) es el título del más reciente libro de Luis Antonio de Villena, publicado por el FCE. Con prólogo y selección de textos a cargo de Martín Rodríguez-Gaona, el libro constituye una nutricia muestra de más de 30 años de una labor poética regida, a la manera de los grandes clásicos, por el irrenunciable afán de la belleza.

A través de la fibra óptica, la voz intensa y grave de Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) viaja por la línea telefónica con el propósito de conversar sobre su más reciente antología poética, dirigida a los lectores de América Latina. Aun cuando ha tenido reducida presencia en España, esta recopilación ya circula en algunos países de Centro y Sudamérica, además de la capital mexicana.

- ¿Cómo se llevó a cabo la selección de textos?

- Fue realizada por Martín Rodríguez-Gaona, un poeta peruano que vive en Madrid, al que dejé trabajar con toda libertad. A excepción de mis dos primeras obras, él ha tomado poemas de todos mis libros, hasta el más reciente publicado en España que se llama La prosa del mundo. El último capítulo de la antología tiene poemas en prosa que pertenecen a este libro pero que aparecen como inéditos, porque cuando se hizo la selección aún no se habían publicado.

- Usted ha sido novelista, ensayista, traductor y antologador, pero esencialmente se define como poeta. ¿Qué tiene la poesía que la ha cultivado por más de 30 años?

- Pues, quizá, que la poesía es una forma de entender la literatura en general, ya que es como un concentrado, es el género literario que tiene más esencia. De tal manera que yo creo que al poeta le es más fácil escribir novela que a un novelista escribir poesía. Y eso está muy probado.

- ¿Coincide con Martín Rodríguez- Gaona en cuanto a que Sublime Solarium no era una obra suficientemente consolidada como para formar parte de esta antología?

- Yo le dije a él que respetaba su criterio, pero que no lo compartía; porque, claro, aunque es un libro publicado con 19 años, me parece que representa lo que era la poesía española en 1971. Es un libro muy llamativo, muy preciosista y muy barroco. Creo que hubiera quedado bien poner, cuando menos, un poema para tener idea más o menos de dónde arrancaba todo.

- De pequeño su aspiración era la de ser un sabio...

- Sí, la poesía fue como un complemento. A los 14 años yo quería ser egiptólogo. Había leído una biografía de Petrarca, el poeta italiano del Renacimiento, en donde se decía que había sido un gran sabio, lo que es verdad; pero al mismo tiempo había escrito poesía. Así que me propuse escribir un soneto, que me salió horrible, para iniciarme en la escritura de poemas. Todo porque quería ser un sabio.

- Además de sabiduría, ¿qué otros atributos son fundamentales para el poeta?

- Para la poesía tiene que haber sensibilidad e inspiración, ingredientes que no da la sabiduría. Luego, aparte de eso, un poeta también tiene que aprender. Aunque tuviera muy buenas dotes, un poeta que no haya leído sería un mal poeta. Un poeta tiene que haber aprendido ciertas cuestiones de rítmica, de métrica, de la tradición, de su idioma, de cómo se escribía hace tres o cuatro siglos.

- Otro elemento esencial es el amor por la belleza...

- Bueno, en mi caso, el amor por la belleza es quizás algo personal, unido a un determinado sistema de educación y también a los estudios clásicos, que tienen un trasfondo filosófico, donde la belleza se equipara con el mundo de la perfección. Hay una belleza del cuerpo, pero también del alma. La belleza del interior es la que nos eleva, a través de una suerte de escalera. Y, claro, el primer peldaño de esa escalera es la belleza física. Yo siempre he sido muy sensible a la belleza física e incluso le he dedicado algún poema. Es algo que no logro quitar y a lo mejor eso me ha impedido subir más alto en esa escala, que es la escala de Platón, que va de la belleza física a la belleza interior.

- Acaba de mencionar algunas palabras clave, ¿lo que usted busca con la poesía es esa aspiración a la perfección?

- Sí, de alguna manera, pero eso está en el ser humano en general. Un arquitecto, por ejemplo, busca la perfección no sólo de su trabajo sino que a través de éste busca la perfección de sí mismo, de sus sensibilidades y de los dones que ha recibido para que se desarrollen y completen. Eso puede pasarle a un arquitecto, a un pintor, a un músico y, por supuesto, a un escritor.

- Se ha hablado del mito, la noche y la homosexualidad como algunos de los principales temas en su poesía, ¿coincide con esto?

- Sí, otra constante en mi obra poética tiene que ver con la idea del marginado, pero no sólo el marginado social o sexual sino el marginado que se da afuera de las esferas del poder, porque mi poesía no es una poesía que está en contra del poder sino al margen de éste. A mí siempre me ha interesado hablar de esos personajes a los que se considera perdedores. En México hace tiempo se publicó un ensayo titulado Biografía del fracaso, donde hago toda una reflexión sobre el mundo de los perdedores.

- ¿No será que el gran asunto detrás de todas estas inquietudes es la libertad?

- Claro, yo creo que todo lo que mi poesía reclama es un mundo más libre. Que la libertad no sólo sea una palabra, sino que vaya de la teoría a la práctica. El ciudadano no es libre por que lo dice la Constitución de un país, el ciudadano será libre cuando se sienta libre y actúe en su vida privada como tal.

- Desde su perspectiva, ¿cómo ha evolucionado su poesía?

- Ha ido pasando por distintas etapas, como se aprecia claramente en la antología. Por un lado, se ha ido haciendo más compleja en los ámbitos intelectual, filosófico y lingüístico, porque quiere dar un poco razón de la diversidad del mundo y, por otro, se ha hecho cada vez más sencilla como en el libro Marginados, que trata de reproducir el habla de individuos que vienen del margen de la sociedad por múltiples razones. Un camino que no está mal, porque es una especie de ideal que trata de ofrecer la máxima complejidad a través de la máxima sencillez. Algo que parece una contradicción, pero no lo es.

Acerca del autor:
Silvina Espinoza
El Financiero / Cultura / México / Distrito Federal

Acerca del libro:
Honor de los vencidos
Luis Antonio de Villena