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Ellas tienen la palabra

Fecha:
28/02/2018
Cada estudio y antología poética es siempre un asalto. Una posibilidad o nuevo inicio cuya apuesta, entre mil posibilidades, puede ser la de horadar en vez de repetir sin fin lo ya dicho. Sencillo es repetir; sencillo decir nada y lo mismo cuando se trata de las mujeres y la escritura. He llamado a esta tendencia crítica y común la maldición y el hechizo, tendencia de la que nos salva —sin esfuerzo ni forcejeos— la reedición de Ellas tienen la palabra. Las mujeres y la escritura (FCE, 2017) de Noni Benegas que aquí celebramos.

Veinte años de su aparición y todavía su lectura nos coloca ante un estudio original, que borra de un plumazo la insatisfacción y la mirada manida y seca de una crítica que aburre cuando ignora la potencia de la escritura femenina. Escribo original, porque hace origen, es decir, hace genealogía femenina y política al devolvernos unidas las mujeres y la poesía. A diferencia de otros estudios, prólogos o trabajos —incluso recientes— el estudio de Noni Benegas sigue siendo pionero en el decir y el cómo hacer, además de maestra ella misma por señalar entonces lo que no era visible: el pasaje en la ausencia.

De nuevo una mujer, hermana y extranjera, se ataba a la madeja excelsa de estudiosas hispanistas —como Biruté Ciplijauskiaté, Sharon Keefe Ugalde, Roberta Quance o Susan Kirckpatrick— y nos señalaba lo que desde dentro no se veía. Noni Benegas lo hace desde un lugar enraizado, en el que lo femenino no es motivo de complejo ni de queja, por eso Ellas tienen la palabra nos sacaba y saca todavía del campo de juego de la victimización femenina. En mi experiencia de estudio, su trabajo forma parte de una tradición de títulos feraces que algunas custodiamos como un delicado tesoro.

¿Sabía Noni Benegas que estaba creando un espacio nuevo para la acción y la crítica? ¿Lugar desde el cual volver a pensar el «campo literario» y otras cuestiones que ella desarrolla con lucidez junto a un retrato de familia inaudito entonces, hace solo veinte años?

Escribo espacio, como campo literario; escribo retrato como escribo ausencia y presencia. Se cumplen veinte años de un estudio que puso patas arriba la cultura abriendo otras posibilidades críticas para leer la poesía. Publicado a finales del siglo XX, la antología de Noni Benegas recogía a poetas nacidas a partir de 1950. La nueva edición prescinde de la selección de poemas y presenta un nuevo «Prólogo» que precede al ya clásico «Estudio preliminar» al que le siguen la mítica entrevista realizada por Ana Nuño a su autora y que fue publicada por la revista Ínsula, más dos nuevos apéndices en los que Noni Benegas revisa el panorama actual y los cambios acontecidos en los últimos años a la luz de la sociología bourdieuana.

Quienes vuelvan a leerlo o lo lean por vez primera encontrarán esa mirada que horada y no repite; que plantea cuestiones que interesan para entender las lógicas del campo literario y la constitución de un único canon falsamente universal. Encontrarán ese desmarque de la lógica de la comparación que trae libertad porque presta una escucha atenta a lo que las poetas han dicho y a cómo lo dicen. Encontrarán una genealogía que, alzada como una jaima en el desierto de la crítica literaria, hoy configura un retrato de familia imborrable, que no ha perdido vigencia ni interés, porque muchas de esas poetas han producido y producen —la etimología de verbo señala cómo «parir» y «producir» comparten la misma raíz abriéndonos a un universo lingüístico significativo— la mejor poesía española de la segunda mitad del siglo XX.

Ese retrato está grabado en la memoria de muchas mujeres que entonces, recién licenciadas en estudios de filología, teníamos 20 años y apenas habíamos escuchado en las aulas, acaso de la mejor facultad de letras del Estado, el nombre de Rosalía de Castro. Hoy celebro cumplir años de filóloga junto a un estudio radical y original que para muchas y muchos, entre ellas la que escribe, fue un inicio.

Años más tarde pude ponerle nombre a lo que yo había sentido al leer aquel trabajo crítico y al escuchar a Noni Benegas en una presentación del mismo. Hoy sé que se trataba de la libertad que da la genealogía femenina. Porque el robo de la palabra a las mujeres es tan flagrante como invisible, tan naturalizado como cultural, deshaciendo paradójicamente ese debate, que es nudo y masculino, entre naturaleza y cultura. Jamás un trampantojo funcionó tan correcto a costa de borrar el origen femenino de la palabra y con el origen, a la madre; a costa de borrar una tradición, la femenina, discontinua pero latente, que hace de la poesía un verdadero universal.

Por eso, en cada asalto hay una apuesta de sentido. Por eso este estudio sigue siendo radicalmente original y político; bendito, quiero decir «bien dicho». Hacer genealogía femenina es importante también por esto.

Si las consecuencias de la exclusión femenina de la cultura —del silencio cultural impuesto sobre las mujeres antes y a partir de la Norma literaria que conforma la idea que actualmente tenemos sobre lo que es y no es poesía y literatura; sobre lo que es y no es crítica literaria, estando las mujeres como están en el origen de la palabra y la escritura— repito, si las consecuencias de esa exclusión son trabajos como este que aquí celebramos: ¡cantamos alegría!

Por eso y por lo que no escribo, muchas lectoras y lectores de aquella antología ya clásica, de aquel estudio de 1997 que hoy se reedita, nos sentimos felices. Ellas tienen la palabra sirvió políticamente y seguirá sirviendo a las generaciones más jóvenes de estudiosas y críticos atentos al cambio radical de la revolución femenina, a las lectoras y lectores de poesía de todo el mundo. Será lectura básica en los institutos y brillará con gracia en las bibliografías universitarias dentro de muy poco tiempo. También poeta y traductora, Noni Benegas conoce bien algunos tratados sobre la velocidad y el tiempo. Quizá no dice toda la verdad —como tampoco lo hace la literatura ni la historia literaria— cuando señala no haber calculado las consecuencias de su trabajo. Quizá sí que sabía entonces, hace veinte años, que en el momento menos pensado todo vuela por los aires veloz y ferazmente.

Fuente:

http://www.cpoesiajosehierro.org/web/uploads/pdf/91b33f11395a7f4b5e74375681e2e970.pdf

Acerca del autor:
Nieves Muriel
Revista Nayagua

Acerca del libro:
Ellas tienen la palabra
Noni Benegas